NIKOLA TESLA
ref.NewYorker3321-1943.9.01.3578a.Fotografía inédita encontrada en escritorio Tesla.
La Historia ha sido ingrata con Tesla, sin duda. Pero el hecho de que su nombre quedara en un segundo plano durante décadas produce un efecto curioso: uno pasa de verlo como un desconocido a caer rendido a sus pies. Así, resulta difícil escribir sobre Tesla de forma aséptica, le queremos demasiado. Y no somos los únicos. Para muestra, la sentencia firmada en 1900 por el juez Townsend, del Tribunal Estatal del Estado de Connecticut, que ponía fin a las dudas que los competidores de Tesla intentaban verter sobre la autoría de los avances en corriente alterna:
"Solo el genio de Tesla fue capaz de captar los elementos ingobernables, desenfrenados y, en consecuencia, opuestos entre sí que conviven tanto en la naturaleza como en el arte, y domeñarlos y transformarlos en máquinas al servicio del hombre. [...] Dominó lo que otros consideraban barreras insuperables, corrientes intransmitibles y fuerzas de signo opuesto y, mediante la armonización de polaridades, llevó hasta unos motores eficientes la energía producida en Niágara [...] En consecuencia, dicto esta sentencia, que será aplicable a todas las demandas hasta ahora presentadas".
La figura de Nikola Tesla aglutina una serie de rasgos que la hacen irresistible: poseía el ingenio, la inteligencia y el tesón de un hombre de ciencia, pero también una sensibilidad para las artes fuera de lo común entre su gremio. A esto se suma una capacidad de trabajo sobrehumana, el idealismo de alguien capaz de renunciar a sumas millonarias por ver sus proyectos hechos realidad y ciertas manías y obsesiones -el número tres, el celibato, la higiene...- que le aportan un aire excéntrico y más interesante, si cabe. Y también hay que añadir la mala suerte que le acompañó en varios momentos de su vida, como el incendio que hizo cenizas su laboratorio o su caída en desgracia frente a los éxitos de sus competidores con menos talento, que prácticamente obligan a tomar partido a su favor. Sin contar con los últimos años de su vida, que dedicó rescatar, curar y alimentar palomas que recogía de la calle y a trabajos teóricos que nunca se plasmarían en experimentos.
Ya desde niño Nikola Tesla quiso volar, intentó dominar las fuerzas de la naturaleza y halló en su mente el modo de cambiar la realidad (e incluso de crear una nueva). A diferencia de Edison y Marconi, que se conformaban con la bombilla y la transmisión de palabras, Tesla buscaba una transformación completa de la humanidad y apenas se detenía para recuperar el aliento: en la inauguración de la central eléctrica de las cataratas del Niágara, posible gracias a su trabajo, no dedicó ni una palabra a destacar sus logros ("no nos debemos dar por satisfechos simplemente con lo conseguido"), sino que ya se hallaba inmerso en su siguiente proyecto.
Para muchos fue el hombre que inventó el siglo XX. Seguro que, de no haber existido Tesla, tarde o temprano otro ingeniero habría hallado la forma de dominar la corriente alterna. Pero lo que también es seguro es que Tesla tenía el siglo XX en su cabeza: de hecho, posiblemente él concebía una versión mucho mejor que la que terminó por hacerse realidad.
THOMAS ALVA EDISON
ref.NewYorker3321-1943.9.01.4103h.Fotografía inédita encontrada en escritorio Tesla.
Sin negar su capacidad como inventor, el gran talento de Thomas Alva Edison estaba sin duda relacionado con su habilidad empresarial. De hecho, en ocasiones se dice que el gran invento de Edison fue su laboratorio de Menlo-Park, que podría considerarse el primer centro de i+D del mundo. Y la Historia, muchas veces irregular en el trato a los grandes personajes, ha recompensado a Edison con generosidad al cederle invención de la bombilla o la pila (cuando en las propias patentes se habla de mejoras a conceptos ya existentes o cuando fueron sus trabajadores los verdaderos autores de los hallazgos, como en el caso del quinetoscopio). O, incluso, se le ha atribuido el mérito de haber inventado cómo distribuir la corriente eléctrica, lo que en este foro constituye un motivo de electrocución.
Edison era un trabajador incansable, inteligente y dotado de una excelente capacidad empresarial -su récord de más de dos mil trescientas patentes no fue superado hasta 2003-, pero hasta aquí llega nuestra capacidad de elogio. Bueno, también podríamos destacar su defensa de la no violencia ("hasta que no dejemos de dañar al resto de seres vivos seguiremos siendo salvajes"), una visión que mantiene un difícil matrimonio con su campaña de electrocución de animales para combatir el progreso de la corriente alterna. Y tampoco negamos su sentido del humor, ya que apodó, muy telegráficamente, a sus hijos "Punto" y "Raya" (¡punto a favor de Edison!), aunque se excedió cuando, en lugar de pagarle a Tesla los 50.000 dólares por haber dedicado siete meses a mejorar sus ineficaces motores y generadores, soltó una carcajada y le acusó de no entender el sentido del humor estadounidense.
Edison también era un hombre testarudo. Sin duda conocía las limitaciones de la corriente continua en la distribución eléctrica e, ignorando el alfombrado de cables bajo los pies y sobre las cabezas de los viandantes que requería, la necesidad de disponer de generadores a la vuelta de cada esquina o el gran porcentaje de energía que se perdía debido al calor, Edison insistió en sus ventajas y llevó a cabo una intensa campaña de descrédito de la corriente alterna de Tesla y Westinghouse con la participación en el desarrollo de la silla eléctrica o la electrocución de animales con corriente alterna.
[Nuestro minuto de silencio por Topsy]
Ahora, la gran pregunta: ¿Era Edison un genio? No será aquí donde hallarán la respuesta (bueno, sí). Edison decía que "la genialidad era un 2% de inspiración y un 98% de transpiración", lo que nos parece demasiada transpiración y que enlaza con las palabras que, a su muerte, le dedicó Nikola Tesla ("vivía en una extrema desconsideración a las más elementales normas de higiene"). Pero no se halla aquí el meollo, al que el propio Edison apuntaba en esta frase: "si hallo 10.000 formas en las que algo no funciona no he fallado. No pierdo el ánimo, porque cada intento fallido descartado es un paso adelante". Un derroche de tesón que, como sugería Tesla, era innecesario: "su método era ineficaz hasta el extremo [...], en ocasiones sentía casi pena al observar su trabajo, sabiendo que con un poco de teoría y de cálculo podría haber ahorrado el 90% del tiempo".
Sin embargo, y al contrario que Tesla, Edison sí trazó un plan empresarial que casi le hizo ganar la guerra de las corrientes pese a haberla perdido en la práctica.
GEORGE WESTINGHOUSE
ref.NewYorker3321-1943.9.01.4104a.Fotografía inédita encontrada en escritorio Tesla.
"Señor Westinghouse, [...] usted se ha portado conmigo como un amigo: creyó en mí cuando nadie más lo hacía y ha tenido el coraje de seguir adelante..., valor que otros no tuvieron. Me apoyó incluso cuando sus propios ingenieros no eran capaces de ver las maravillas que usted y yo soñábamos [...] siempre estuvo de mi parte, como un amigo".
Estas palabras, pronunciadas por Tesla en el momento de renunciar a sus derechos por el uso de sus patentes para la distribución de corriente alterna (un gesto grandioso aunque, posiblemente, el mayor error de su vida), obligan a inclinarse a favor de Westinghouse: parecía un buen tipo (era un empresario agresivo como Edison, pero por lo visto sus miras iban más allá de la ambición por la riqueza y desde el principio reconoció la genialidad de Tesla).
Aunque Westinghouse, al igual que Edison, terminó por perder poder dentro de su empresa y murió ya alejado de los negocios, su nombre aún permanece en la empresa que fundó. De hecho, la compañía Westinghouse dedica unas elogiosas líneas a "una historia de éxito del siglo XIX que resuena en el siglo XXI" y que comienza con George Westinghouse, "un chico valiente con la cabeza llena de ideas, que aprovecha oportunidad tras oportunidad para hacer la tecnología mejor, más rápida, más eficiente".
Westinghouse, que fundó un total de cincuenta y nueve compañías, se inició en los negocios gracias a sus mejoras en el ámbito del ferrocarril. Después se interesó por el teléfono y la conducción de gas, pero cuando conoció las primeras instalaciones de corriente eléctrica por parte de Edison intuyó que ese sería el futuro -aunque también supo que la corriente continua de Edison no resultaba apropiada para una comercialización a gran escala-. De modo que comenzó sus proyectos con corriente alterna a falta de una pieza fundamental: el motor de inducción polifásico que había desarrollado Tesla.
Tras su profunda decepción con Edison, parece ser que Tesla encontró en Westinghouse un socio a su altura que, además, compartía con él un amor incondicional por la corriente alterna y por los atuendos impecables. Este supo apreciar la visión de Nikola y puso a su disposición los mejores medios materiales y humanos disponibles (aunque la verdad es que a Tesla los medios humanos le daban bastante igual, incluso le incomodaban), con dos proyectos de futuro claros: la exposición Colombina de Chicago que se celebraría en 1893 (y que ya veía brillar con corriente alterna) y las cataratas del Niágara -otra obsesión que compartía con Tesla-. Ambos se hicieron realidad con un éxito indiscutible.
Ahora, ¿cómo es posible que su asociación con Westinghouse terminara, a largo plazo, contribuyendo a la ruina de Tesla? Por lo visto, cuando Westinghouse visitó el taller de Tesla le ofreció por sus patentes una inmensa cantidad de dinero (hasta un millón de dólares, se dice) más un porcentaje de 2,5 dólares por cada caballo de vapor obtenido gracias a la corriente alterna. Sin embargo, la inversión necesaria para adecuar los sistema que poseía Westinghouse a los motores polifásicos de Tesla superó con mucho las previsiones y los banqueros se resistían a conceder créditos para que la empresa creciera, de modo que se veía obligado a fusionarse con otras empresas (como también le había sucedido a Edison, que vio cómo su nombre se borraba de su compañía). El problema residía en que, dada la eficiencia de la corriente alterna, los derechos que Westinghouse debía pagar a Tesla, ya millonarios, eran inasumibles por los banqueros que financiaban la fusión. Además, J.P. Morgan, que gestionó la fusión de la Edison Electric y perseguía el monopolio en el sector eléctrico, acometió una campaña de descrédito contra Westinghouse que provocó el desplome de sus acciones. Y entonces se produjo la reunión que determinó el futuro del joven inventor: Westinghouse le expuso la situación y Tesla, en un gesto casi marciano para el mundo de los negocios, rompió su contrato y recibió un único pago de 216.600 dólares a cambio de sus patentes. Así consiguió que el sueño de ambos, la distribución universal de electricidad mediante la corriente alterna, se cumpliera. Pero también privó a Tesla de una fuente de financiación estable que hubiera permitido que muchos de sus proyectos se hicieran realidad: resulta casi imposible concebir qué maravillas hubiera desarrollado Nikola si hubiera dispuesto del dinero suficiente.
J. P. MORGAN
ref.NewYorker3321-2012.12.03.12456a.J.P.Morgan alterado.
Resulta sencillo comprobar lo larguísima que es la sombra de John Pierpont Morgan, este magnate de las finanzas a quien ya se acusaba de monopolio a principios del siglo XX: si lo googleamos, el buscador nos llevará a la web de J. P. Morgan Chase, a día de hoy el mayor banco estadounidense.
La biografía de J. P. Morgan se halla sembrada de continuas asociaciones mercantiles y batallas financieras, que nunca llegaron a mermar el poder de Morgan y muestran su singular destreza para los negocios. De hecho, incluso se acuñó un término para describir su método para gestionar estructuras de negocio y devolverles la rentabilidad, la morganización, que él resumía en la frase "no puedes recoger cerezas dándole la espalda al árbol".
Alabado por la sociedad conservadora por su visión de futuro y su gestión de la crisis financiera de 1907, su trayectoria recibió numerosas críticas sobre todo por pertenecer a un grupo de líderes financieros que buscaban el monopolio en diversas industrias. Algo que no se aleja de la realidad, ya que un juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos calculó que los recursos de este lobby equivalían al valor de todos los bienes de los veintidós estados al oeste del río Mississippi.
J. P. Morgan estaba dotado de un fino sentido para detectar nichos de negocio y, no en vano, su casa fue el primer hogar iluminado por Edison con luz eléctrica. Pero aquello no debió constituir un momento grandioso en plan "se hizo la luz". La corriente continua de Edison producía una luz muy pobre, y Morgan hubo de resistir las protestas de los vecinos por el ruido y los malos olores producidos por el generador, la colonia de gatos que acudió al calor de las máquinas e incluso un incendio en la biblioteca debido a problemas de instalación.
Sin duda, Morgan era un visionario de los negocios. Pero, a fin de evitar malentendidos, reconocemos desde ya que J.P.Morgan no goza de nuestra simpatía. No se puede amar al idealista Tesla y, al mismo tiempo, sentir admiración por el negociante que le hizo suplicar más fondos.
El episodio de la vida de Nikola en la que interviene J. P. Morgan resulta doloroso, por lo patético de la correspondencia ("Desde hace un año, señor Morgan, rara es la noche en la que mi almohada no se ha empapado de lágrimas") y porque marca el punto de inflexión definitivo hacia el declive en la carrera del inventor. Así que lo resumiremos hasta su mínima expresión: Tesla buscaba inversor para un nuevo proyecto, un sistema inalámbrico para la transmisión de información que se conoció como la Torre Wardenclyffe. Stop. Bueno, Tesla lo vendía así, cuando en realidad buscaba también distribuir la energía eléctrica a todo el mundo y a muy bajo coste. Stop. Durante la negociación con Morgan, Tesla no solo le cede el 51% de la participación, sino que acepta no divulgar la participación del financiero en su empresa. Stop. Tesla nunca fue bueno para los negocios. Stop. El proyecto cuenta con una inversión inicial de 150.000 dólares (más de tres millones en la actualidad). Stop. Viendo cómo mermaba su liquidez, Tesla escribe en numerosas ocasiones a Morgan requiriéndole más fondos. Stop. Ante las negativas de Morgan, los requerimientos se convierten en ruegos. Stop. Mientras, los trabajos se retrasan debido a un problema de cálculo que obliga a rediseñar el proyecto. Stop. Tesla, desesperado, pone en funcionamiento la torre aún sin terminar. Stop. Cunde el pánico en los alrededores. Stop. Tesla confiesa sus intenciones a Morgan. Stop. Morgan ve amenazado su emporio energético con la posibilidad planteada por Tesla. Stop. No había que ser un lince para eso. Stop. Morgan le niega los préstamos y aconseja a sus colegas que no apoyen a Tesla. Stop. La compañía eléctrica termina por embargar las instalaciones por la deuda acumulada por Tesla. Stop. Nikola tira la toalla y sufre una prolongada crisis nerviosa. Stop.
Sí, un episodio realmente triste.
GUGLIELMO MARCONI
ref.NewYorker3321-2012.12.03.12678a.Tesla & Marconi. Cartas.
Quien haya leído hasta este punto de la sección podrá sospechar que nuestro interés por otras figuras que no se llamen Nikola se reduce a la relación que tuvieron con Tesla. Y hará bien. El caso de Marconi se aleja un poco del resto, porque Tesla y él apenas tuvieron trato y coincidieron una única vez. Aunque hubo cierta relación indirecta: es posible que la señal que Tesla detectó en su laboratorio de Colorado Springs y que atribuyó, exaltado ante una futura comunicación extraterrestre, a los marcianos, fuera en realidad una de las primeras pruebas de transmisión a gran distancia de Marconi. Un hecho descorazonador, que contrasta con lo productiva que fue la relación en el sentido contrario: Marconi consiguió enviar su primera señal transoceánica gracias al uso de los numerosos avances de Tesla ("que siga, que siga -comentó Tesla al respecto-, está utilizando diecisiete de mis patentes").
Sin embargo, en 1943, tras décadas de batallas legales en diversos frentes -Marconi contra la Atlantic Communication Company, Tesla contra Marconi, Marconi contra el gobierno de Estados Unidos...-, el Tribunal Supremo de Estados Unidos reconocía a Tesla como pionero en la radiodifusión y declaraba nulas las patentes posteriores registradas con idéntico propósito (entre ellas las de Marconi). Una sentencia necesaria para restituir el mérito de Nikola de forma oficial -sobre todo en lo relativo a las patentes-, pero que podría considerarse innecesaria si se revisa la cronología de los hechos porque, en 1893, en San Luis, Tesla realizó la primera demostración en público de la transmisión en radio, sobre la que un asistente declararía: "Así fue como nació la transmisión sin hilos: sin recurrir a cable alguno, el transmisor de cinco kilovatios había enviado un mensaje que, instantáneamente, se había recibido en el tubo de Geissler del receptor, situado a diez metros de distancia... El eminente genio que inventó, organizó y explicó aquella demostración durante una conferencia fue Nikola Tesla"*. En 1897 presentó sus primeras patentes relacionadas con la radiodifusión y en 1898 realizó, ante una audiencia muy poco receptiva, una primera demostración de radiocontrol remoto moviendo un barco teledirigido, lo que mostraba la posibilidad de una comunicación segura entre transmisor y receptor. Y no fue hasta 1901 que Marconi envió su famosa "s" a través de las ondas hercianas. Así que digámoslo sin miedo: Tesla fue el inventor de la radio.
Pero Nikola tuvo tan mala suerte que no solo había fallecido cuando se dictó sentencia a su favor, sino que su nombre, incluso hoy día, brilla por su ausencia en algunas webs donde se busca profundizar en los orígenes de la radio. Hagan la prueba: introduzcan en google "¿quién inventó la radio?" y aparecerán páginas de distinto pelaje (foros, blogs, etc): en casi todas se discute la autoría de Marconi, pero en alguna se habla de Hertz, Maxwell o Popov sin hacer una sola mención al trabajo de Tesla. Menos mal que nos queda el buen criterio y el inestimable trabajo de recuperación de la memoria del grupo heavy Tesla, que en su tema Edison´s Medicine aclara muchos puntos oscuros: They'll sell you on Marconi. Familiar, but a phony (Te venderán a Marconi. Familiar, pero un farsante).
Hemos conseguido completar la entrada de Marconi sin apenas hablar de él, pero para eso ya está la Wikipedia que, cumplidamente, señala que Marconi es conocido de forma errónea como el inventor de la radio. Y, si no inventó la radio, el Nobel que recibió en 1909 "[por] sus contribuciones al desarrollo de la comunicación inalámbrica", tampoco tiene mucho sentido, ¿no?
*"Nikola Tesla. El genio al que le robaron la luz", Margaret Cheney.